Mi viaje a Etiopía


Cuando mi hermana Miren me anunció que iba a Etiopía de cooperante durante 5 meses cambié mis planes y decidí ir a visitarla alejándome por unos días de mi mujer y mis hijas. Este es el diario de mi viaje de dos semanas a tan remota tierra donde cada día pasa algo. Agradezco a Miren (te quiero) todo su soporte material y emocional. También a la adorable Eva, cooperante y compañera de piso de Miren ( I miss you so much, Eva). Coincidí en fechas con Chelo y Gisela y realizamos parte del viaje juntos. Sin su apoyo todo hubiera sido mucho mas complicado. Agradezco a Kine, Tomi, Azeb, Bocat, Rogel, Melaku, Bety, todos los conductores y cobradores de autobús y todas las maravillosas personas etíopes que han hecho que este viaje sea tan distinto para mí.
6-6-2011. Camino de Wondo Genet.

El autobús que nos lleva a Gisela, Chelo y a mí, circula por la sabana africana. Hay pocos árboles. Alguno muy grande y antiguo. El color es amarillo grisáceo y hay abundante matorral. El terreno es muy llano y la carretera es ancha de dos carriles con muy pocos vehículos. Está muy tranquila, pero la salida de Addis ha sido caótica. Mucha gente a los lados de la carretera, las mujeres vestidas con colorido africano y muchos hombres también. El campo está siendo labrado con arado romano. Hay mucho ganado: vacas y cabras. Ocasionalmente se ven marabúes y garzas. Hace poco hemos visto una manada de camellos.
Ahora pasamos por una zona de enormes y modernos invernaderos. Una parte de las construcciones son las tradicionales chozas redondas africanas de adobe y techo de paja. En los pueblos predominan las chabolas de adobe, planta cuadrada y techo de lata. Y gente, siempre mucha gente. En el autobús todos van vestidos a la occidental. Más de la mitad tiene móvil.
En conjunto, en el paisaje, las personas, el autobús, hay una mezcla de tradicional y moderno, donde lo que predomina es el cutrerío del subdesarrollo.

Addis es una ciudad enorme, llena de gente. Nosotros vivimos en Bole, el barrio del aeropuerto cerca de Bole Road, una gran avenida moderna con edificios altos y centros comerciales. Sin embargo no debe dar la sensación de plenamente homologable con Europa. Socavones, charcos y tramos sin acera nos recuerdan la latitud y longitud en que nos hallamos. La cudad es amable y segura.
El resto de la ciudad está plagada de tiendas, cafés y gente deambulando. Por la noche la semioscuridad es ubicua.

Ahora el conductor habla por el móvil mientras sortea carros tirados por burros (el animal más común en Etiopía) cargados de grano y mujeres. Un burro suelto nos obliga a bajar la velocidad para esquivarlo.

La discoteca jardín tenía bastante marcha. El personal no tiene pinta de mojigato. Una de las cooperantes ligó con un etíope y se fue a pasar con él la noche. Conocí a Kine, un etíope con mucha marcha. Esto ocurrió el sábado, al día siguiente de mi llegada. en el que además saqué dinero, compré mis billetes de avión y mandé correos desde el wifi de un hotel cercano. La noche de mi llegada, (siempre pasa algo), busqué a Miren en el aeropuerto y … no estaba. No tenía ni dinero ni teléfono ni dirección. Salí a fumar y un vigilante me obligó a pasar a de nuevo por el escáner en la otra punta del aeropuerto, pese a que no me había desplazado un metro fuera de una puerta abierta. Finalmente llegó Miren. Bieeeen.

El viaje continúa. Tengo el culo cuadrado y aún queda la mitad. Debene, mi compañero de asiento me ha pedido por escrito que nos “introduzcamos”. Le he dado mi mail y nos hemos hecho una foto con mi cámara. Después lo ha pensado bien, ha sacado el suyo y nos hemos hecho otra foto.. En el África moderna, los nativos hacen fotos a los turistas con su móvil. Debene tiene 20 años y quiere ser médico.

Como el chaval que me acompañó ayer en Wenchi. Tenía 13 años y quería ser “Doctor”, pero le costaba hacer las sumas a las que, un poco cabronamente, le sometí. Wenchi es un cráter con un lago en medio en la Etiopía rural, algo mas verde que las sabanas por las que ahora pasamos. Dimos la vuelta al cráter. La 2ª parte andando, tras un corto tramo en barca. La 1ª parte fue muy divertida: a lomos de pequeños caballos. El caballo iba guiado por su dueño que iba a pie con lo que el conjunto tenía un aspecto de turistada enorme.. A pesar de todo fue muy bonito, especialmente cuando llegamos a un precioso valle encharcado, imposible de pasar sin meterse en el barro hasta la rodilla (cosa que hicieron los caballos y los guías). Se tarda un día en ir, visitar Wenchi y volver en transporte privado y es muy recomendable.

9-6-2011. De vuelta a Addis.

De nuevo en un autobús, esta vez en Awasa, de vuelta a Addis Ababa. Mientras esperamos a que se llene y con mucho sueño debido a la juerga de ayer, trato de resumir los últimos días pasados en el sur.

Mi compañero de autobús camino de Shashemane, Debene, dejó su sitio que fue ocupado por un señor mayor con el que tuvimos un rato muy divertido. Miró varias veces a las chicas y a mí de arriba a abajo diciendo cosas que hacían reír al autobús. Le ofrecí mi mano que acepto con jolgorio del personal. Le pedí que nos hiciéramos una foto juntos e inmediatamente dijo “birr”, nombre de la moneda de Etiopía. O sea que le diera dinero. Entre risas le dije que no. Entonces él se señalo la barba indicando que era viejo. Yo toqué mis canas señalando que también tenía mis años, gesto que él repitió. Nos reímos y nos hicimos colegas sin cruzar una palabra inteligible. Dijo al cobrador que yo pagaría lo suyo, cosa que no hice. Pese a todo, se bajó sin pagar.

Parece que el autobús arranca mientras los vendedores, tullidos y mendigos van bajando.

Cambiamos de bus en Shashemane. Las estación nos hizo un fuerte efecto, impresión que con los días vamos superando. El minibús que nos llevó a Wondo Genet iba más atestado de lo común (gente de pie) y cuando paró en la “calle principal” dije “que no sea aquí, que no sea aquí”. Pero era allí.
Entramos en el hotel Abisinia a través del café que hay en la calle pensando que no sea aquí, que no sea aquí”. Pero era allí. Tras unos minutos de agobio, el hotel resultó un oasis modesto pero muy decente. Allí pasaríamos las próximas dos noches.

Por fin arranca el autobús y aprovecho para llamar a Miren (con un móvil liberado de casa, gran idea) con pésimas noticias de su parte. A las 6 de la mañana se encontraba mal del estómago y se ha ido al hospital coreano, el mejor de la ciudad tras el sueco. Se les ha ocurrido hacerle una endoscopia, que suena a barbaridad enorme. También le han sacado sangre y un montón de dinero. El resultado es que tiene un dolor de esófago enorme y la mano hinchada tras los tres pinchazos que le han metido.  En este momento, a las 11:30, iba camino a casa a descansar. En 5 horas la veremos. Mientras la música atruena en el autobús (me encanta la música etíope) retomo la narración cronológica.

Después del check in, cogemos un tuc tuc (motocarro de tres ruedas con motor de Vespa que en la India llaman Rickshaw) para subir por una pista de 3 Km. hasta el balneario y hotel por los que Wondo Genet es famoso. Todo es muy verde, las montañas del fondo y las plantaciones a ambos lados de la pista. Hay gente por todos los lados en un delicioso ambiente rural, pobre y alegre.

Estamos cruzando Shashemane y la carretera está llena de tuc tuc, autobuses, carros y personas caminando a los lados. De cuando en cuando se cruzan animales. He tenido mala suerte con el compañero de asiento. Es un hombre bien vestido, lo que no es problema, pero es el más grande del autobús. Hubiera preferido una mujer, joven o mayor, quizá la que transporta a su bebé.

El balneario de Wondo Genet consiste en una piscina al aire libre con agua caliente, unos caños en la roca de los que brotan poderosos chorros de agua casi hirviendo, vestuarios y un jardín. Una mezcla de kitsch, cutre, bello y africano. Soy el único faranji (se pronuncia faranyi y quiere decir blanco; es un término que aprendes pronto) y me doy el baño entre negras y negros. Cuando salgo, las chicas han medio negociado la excursión de mañana y cenamos en el resort.. Somos los únicos que cenamos y los únicos faranji en muchos kilómetros, quizá en cientos de kilómetros. El jardín es delicioso y comemos entre monos y buitres. Bajamos al pueblo y tras un maquiato (café con leche y canela, buenísimo), en la terraza del café, empezamos a sentirnos como en casa. Me gusta Wondo Genet con su agricultura, sus calles con charcos, su amable gente, los niños saludando, las mujeres curiosas, con su pobreza y su dignidad.

Veo que también Chelo va escribiendo como yo. Acabamos de pasar una población con muchos jóvenes en la carretera. Llevaban papeles y parecían salir del instituto.

Nuru es nuestro guía de montaña. Un chaval reservado, fuerte, guapetón y con rastas que hace todo el camino con chanclas. El monte (una pequeña sierra de 500 m de desnivel) es verde y parece una selva. Pero apenas el guía me lo dice, me doy cuenta de que algo falla. Mucha maleza alta pero pocos árboles. Algunos soberbios ejemplares solitarios: sicomoro, acacia africana, junípero y otros nombres que no retengo. Nuru lo dice con tristeza. En 5 años han cortado el 80% de los árboles. El objetivo es hacer leña y carbón (charcoal lo llaman). Además hay pequeños caseríos extremadamente pobres con pequeños descalzos que nos saludan sonrientes y curiosos y grupos de mujeres. Los tocones de los antiguos árboles están por doquier y vemos a dos hombres, también descalzos, haciendo leña con sus machetes de un árbol recién cortado. A pesar de todo el paseo es fascinante y hemos visto dos cascadas y una fuente de agua caliente, muy caliente. Al terminar, mientras las chicas bajan a por los bañadores, entro en un café y me encuentro con el Nuru. Junto con otros parroquianos veo Indiana Jones en la tele. Soy el único faranji pero me encuentro muy cómodo. Los niños miran fascinados las aventuras de la peli. Vamos a la piscina y tomamos un relajado y prolongado baño. Cenamos en el resort y bajamos al pueblo. Las chicas se van a dormir y yo paso aún un rato en el café. Los jóvenes están con los móviles. Uno pone una canción y le pido que me la pase por Bluetooth. Dicho y hecho. Es Hellen, la cantante de moda que nos lleva acompañando todo el viaje en los autobuses.
Ahora estamos detenidos. La sabana reseca con grandes acacias contempla como el policía que nos ha parado habla con el conductor. No hay mayor problema y seguimos adelante.

El día de ayer, miércoles 8,  cumpleaños de mi hermano Iñaki, comienza con una larga caminata hasta un lago próximo para ver hipopótamos. Esta vez el camino es llano y transcurre por calles de tierra con plantaciones a los lados. La vitalidad es desbordante. Niños, jóvenes y viejos, ganado y carros pueblan el camino. Es muy hermoso. El lago está formado por fuentes termales. Nubes de vapor ascienden desde la superficie. Ni rastro de hipos.. Bordeamos el pequeño laguito hasta una aldea. Es quizá lo más pobre que hemos visto. Nos rodean niños y jóvenes y un par de viejos a los que saludo con ceremonia. Entramos en perfecta sintonía y tenemos una larga sesión de fotos. Se ríen cuando se ven en la cámara y el momento es mágico. Su curiosidad es tan grande como la nuestra.
Nos despedimos con pena de Wondo Genet y tomamos el autobús a Awasa. En el camino hacemos una parada en Jamaica, extraño lugar del que salimos poco convencidos. Un joven, algo agresivo, quizá el único de este estilo que hemos visto, quiere guiarnos. Llegamos al Banana Art Gallery donde Ras Haitu, un viejo rasta que hace cuadros con hojas de bananas nos cuenta la historia. Haile Selassie cedió esta tierra a los negros que quisieran volver a África. Algunos vinieron de Jamaica y otras islas del Caribe. Haile Selassie también llamado Jah (Yahvé) (Exodus, movement of Jah people, cantaba Bob Marley) es su dios. Bastante pastiche. Luego vino el reggae y la marihuana que todo lo cura. Salimos de casa del simpático Ras Haitu y de Jamaica camino de Awasa.
Hemos parado a comer. Nosotros hemos cambiado la engera por galletas. Al subir mi compañero ha pegado la hebra. Cuando me ha dicho que era estudiante de medicina me ha parecido una imposible coincidencia. Luego ha resultado ser medicina de animales, o sea, veterinaria y lo que estudiaba era doctorado. Voy a echar de menos los viajes en autobús, El cobrador que no habla inglés, me ha pasado una canción eritrea por Bluetooth. Estos chicos dominan el BT. Me llama Miren y me dice que ha dormido un par de horas y que se encuentra mejor. Hay más tráfico, el asfalto empeora y los adelantamientos comienzan a ser paralelos y aleatorios. Nuevo control de policía. Esta vez es una mujer. Hemos tenido un pequeño incidente. Una chica muy guapa se ha mareado y hemos parado, ocasión aprovechada por todos los varones para salir a orinar a la cuneta. La chica había sido despedida en la estación por su novio entre arrumacos por lo que he pensado que estaría embarazada. Las chicas no eran de la misma opinión pero el veterinario y el cobrador han apoyado mi versión.

Nuestro hotel en Awasa resulta estupendo y está junto al lago. Paseamos por su orilla y observamos una maravillosa apuesta de sol mientras soy observado con interés sin saberlo. Tami, amigo de Miren nos encuentra y seguimos el paseo. 24 años, guapetón (Miren dice que se parece a Lionel Richie y yo a Eddy Murphy) y muy simpático. Tami nos acompaña no como guía sino como amigo (aunque le pagamos todo). Salimos a tomar algo por Awasa, ciudad limpia y bien ordenada. Tras un trato en la terraza de un edificio alto con excelente música nos despedimos de las chicas y Tami y yo nos vamos a un local con música en vivo. Hay más hombres que mujeres y los hombres bailan juntos. Tami resulta ser el más guapo y el mejor bailarín. El precio es exorbitado aunque poco para un europeo (7 €) y creo que Tami nunca ha podido entrar. Una chica se pone a bailara 1 m mío. Pregunto a Tami si viene por él o por mí. Es por mí, por el faranji. Después de la 1ª otras chicas se suceden bailando a mi lado. “Find your target and tell me” dice Tami. Al cabo de un tiempo el cuerpo no da más de mí  y salimos rumbo al hotel. Ya en la calle una chica nos para y le dice a Tami que quiere venirse a mi habitación. Me pregunta si tengo una “big room”, me dice que me ha visto por la tarde en el paseo del algo y como acreditación dice que es camarera del Dolce Vita, conocido restaurante italiano de Awasa. Amablemente declino la invitación y así acaba el día.
Esta mañana hemos ido la fish market pero nos hemos peleado a la entrada y nos hemos marchado. Pretendían cobrarnos la entrada (todo el mundo entraba libremente) y un guía local (Tami se tenía que quedar fuera) para que no nos robara. Es mas el fuero que el huevo y no hemos entrado. Tras desayunar en un precioso, nostálgico y destartalado hotel estatal a orillas del lago hemos cogido una barca para ver hipos y en efecto, esta vez los hemos visto. Unos 6 o 7 a 20 m de distancia y casi en la misma ciudad. Finalmente hemos cogido el bus a Addis desde el que escribo estas líneas.

10-6-2011. Museo Nacional de Addis Abeba

Desde la vitrina, Lucy me pregunta si ha merecido la pena el viaje de 3,2 millones de años desde que ella dejó la tierra. Le respondo que sí, que pese a lo mucho negativo que ha ocurrido, el balance es positivo. Y si me fijo en el país que visito las cosas progresan y mucho para la humanidad aunque me temo que para el medio ambiente el deterioro puede resultar irreversible. En realidad Lucy no hablaba, era poco más evolucionada que un chimpancé, aunque caminaba de pie y se considera un homínido. El resto de fósiles que se exhiben en el Museo Nacional en el que me encuentro pintan un panorama confuso. Me temo que ignoramos mucho más de lo sabemos sobre nuestros orígenes.
Como confusa resulta la historia de este país quizá porque hay ya muchas historias en mi cabeza. El penúltimo capítulo de esta historia se halla expuesto en el singular Museo del Terror Rojo. Después de décadas de gobierno del emperador Haile Selassie solo interrumpidas por los 5 años de colonización italiana, en 1974 el Derg usurpó la revuelta contra el emperador y estableció un régimen comunista que duró 17 años. Entre los años 76 y 77 fueron asesinados medio millón de personas según cuenta la historia del museo apoyada por fotografías y documentos y al decir del guía que estuvo encarcelado 8 años.

Tan relajado estoy en este país que ayer, al bajar del autobús, intentaron robarme. En el bullicio un chaval abrió la cremallera del bolsillo del pantalón, pero me di cuenta afortunadamente. El pasaporte y algo de pasta hubieran volado. Agarré al chico por el brazo y lo zarandeé un poco en medio de la multitud. Después lo dejé ir, qué otra cosa podía hacer. Al llegar a casa encontré a Miren en buena forma, recuperada del paso por el hospital. Una ducha meteórica y de nuevo en un local con música en vivo esta vez acompañado de Eva, la compañera de piso de Miren. Nos encontramos con Kine y el resto de sus amigos etíopes que al parecer trabajan en la ONU o similares y ganan un pastón. El etíope que ligó con la cooperante la primera noche de mi estancia aquí apareció con su novia italiana. No pierde el tiempo el chico. El local se fue llenado, los chicos y chicas de la banda entusiasmaban al personal y todo el mundo bailaba. Había visto fumar poco en Etiopía, pero aquñi todo el mundo lo hacía. Nuestros anfitriones, Kine y demás pagaron la cuenta, más de 1000 birrs, un fortunón para los precios locales. 


Los precios en Etiopía

1 € = 24 birr 1 birr = 4 cnts
En general todo es barato, aunque en determinados locales puede subir exponencialmente.

1 café = 3 birr = 12 cent.
1 minibús en Addis = 3 birr
1 cereveza = 12 birr = 50 cent
Autobús a Awasa (5 horas) = 100 birr = 4 €
Vuelta completa a Wenchi incluído guía, caballo y barco = 100 birr = 4 €
Hotel decente = 140 birr = 5,6 €
Hotel con jardín en Bahir Dar = 200 bir = 8 €
Hotel con jardín en Gondar = 300 bir = 12 €
Desayuno completo (zumo, huevos, café) = 30 birr = 1,2 €
Engera + Pepsi= 30 birr = 1,2 €
Cena faranji = 60 birr = 2,4 €
Vuelo local = 800 birr = 32 €


13-6-2011. Camino de Gondar

San Antonio. Felicidades papá. Voy en un minibús que me lleva de Bhir Dar a Gondar. Miren y Eva han tomado un avión de vuelta a Addis y Chelo y Gisela hacen el camino por su cuenta (quieren ver un pueblo) pero…  nos encontramos en el minibús y haremos parte del camino juntos. Me quedan dos días en Gondar, dos en Lalibela y se acabó. Pasamos por campos verdes cultivados con árboles y ganado. El arado romano está por todos lados.

Aterrizamos los 5 en Bahir Dar y fuimos al hotel Ghión con un decadente jardín mirando al lago y destartaladas habitaciones. Somnolientos fuimos al mercado, intensa experiencia. Suelo de tierra, charcos con deshechos y ambiente malsano en lo negativo. Fascinante mundo de colores, rostros, vestidos y mercancías en lo positivo. Una mujer en cuclillas sobre la tierra vende los picantes pimientos verdes que exhibe en un cesto. Saca un móvil y consulta sus llamadas o mensajes. Increíble esta nueva África. Salimos del mercado y parte de la tropa vuelve al hotel (hace calor y hemos dormido poco), mientras otros nos tomamos un té en una terraza viendo pasar la gente.

El minibús ha parado y un tropel de niños nos ofrece por la ventana bolsas de cebollas que algunos viajeros etíopes compran. Estoy bastante encogido en un minibús que no iba a parar y en el que no iba a montar nadie más aunque en la última parda hemos cogido un nuevo viajero. Llegamos a una población en la que Gisela y Chelo se bajan. Ocupo el privilegiado asiento en primera fila al lado de la ventana que Gisela ha dejado. Por primera ve viajo solo, es decir, además de los otros 14 integrantes del minibús. Pese a la evidente incomodidad, el viaje en bus es una de las mejores experiencias en Etiopía.

A las 2:30 tomamos el bus que tenemos contratado para ver las cataratas del Nilo Azul. Otros turistas nos acompañan. El cielo está muy cubierto. Transitamos por una pista de tierra. A los lados caminan muchos grupos de muchas personas. Pasamos por poblaciones con casas mezcla de choza y chabola en los que hay gente, mucha gente. Llegamos a la oficina de entrada a las cataratas y el cielo se desploma sobre nuestras cabezas en un torrencial diluvio. Esperamos 30 minutos a que escampe y comenzamos la pequeña caminata. Los niños nos asedian vendiendo sus mercancías. El suelo está resbaladizo y lleno de barro. Grupos de hombres y mujeres descalzos nos adelantan medio corriendo con el cielo aún cubierto.
No hay cataratas del Nilo Azul. Un frente de 400 m. de ancho y 40 de alto por el que apenas cae un hilillo de agua es todo lo que queda. Una central eléctrica se lleva todo el agua. Al parecer, un día a la semana abren la presa y las cataratas recuperan todo su esplendor. No tenemos la suerte de verlo.

Más poblaciones y más gente. Turbantes, pies descalzos, camisetas del barsa y túnicas de colores pueblan la carretera mientras entramos en las montañas camino de Gondar. Ahora el paisaje cambia y la carretera serpentea cuesta arriba.

Siempre pasa algo. De vuelta por la pista vamos entre campos inundados a los lados, producto de la tormenta. Hasta que de pronto nos detenemos. También la carretera está inundada: un río la atraviesa. Al fondo las luces de un camión indican que el tramo inundado es de unos 500 m. Otros vehículos nos acompañan. Bajamos del bus para evaluar la situación aunque los conductores lo tiene claro: solo queda esperar a que disminuya el caudal. Anochece y tenemos los pies llenos de barro, pero el ánimo es fuerte. Regresamos a los coches y una hora y media después los conductores se atreven y pasamos con éxito sobre el agua.
Al día siguiente tomamos un barco para recorrer el lago Tana y visitar los monasterios. Cruzamos hasta una península en la que se hallan los monasterios y visitamos 5 aunque solo entramos en los dos primeros. Tras un rato caminando entre un espeso verdor llegamos a uno y a otro. Nos sorprenden gratamente. Son cristianos ortodoxos de planta circular. Tienen paredes decoradas de arriba a abajo con telas pintadas y pegadas representando escenas bíblicas. Aunque tiene una importante población musulmana, Etiopía es un país cristiano ortodoxo que según la tradición viene del rey Salomón y la reina de Saba que era etíope. Más aún que las telas llaman mi atención las maderas de las puertas, dinteles, columnas y techo. También los libros (alguno del S IX) y coronas imperiales. Alguno de los monasterios que visitamos es del S XIII. Nuestra barca se dirige hacia el desagüe del lago, las auténticas fuentes del Nilo Azul que con tanto esfuerzo descubrieron los exploradores de S XIX. Allí, entre juncos, vemos un hipo solitario antes de regresar al hotel muertos de hambre. Por la tarde “free time”.  


Faranjis guiris (anglosajones)
 
Muy pocos turistas se ven en Etiopía. En Bahir Dar hemos hablado con 5.
Sue, una americana gordita, estudiante de medicina, vive en Addis durante 5 semanas. Evalúa las escuelas de medicina etíopes.
Jessy tiene unos hermosos ojos con pinta de estar al límite de sus fuerzas. Lleva 20 meses en una aldea próxima a Bahir Dar. Trabaja en prevención del sida pagada por el gobierno americano. Ha acortado su estancia y le quedan 2 meses para volver a California. Ha venido al hotel pata conectarse a Internet (y según el dueño del hotel para ducharse). ¡Ánimo Jessy! Ya te queda poco.
Hellen vive en Nairobi. Es directora de un programa de caridad que trabaja con niños de la calle. Ha ascendido el Kilimanjaro y el monte Kenia. Es inglesa como Tobby, amigo y subordinado suyo. Él lleva 5 meses en Kenia. Ella 4 años.
Mikel es también inglés y viaja solo.. Es logopeda y vive entre Nairobi y Mombasa. Va a casarse con una keniata negra. Es encantador y nos habla de África y sus problemas.
Los 5 turistas son cooperantes y anglosajones, algunos con años de experiencia en África. Os admiro.
Añado a Miren y a Eva.
Y no me olvido de las 13 españolas que vimos en el aeropuerto y que vienen 15 días a realizar operaciones de corazón. Este es el turismo que he visto en Etiopía.



14-6-2011. Gondar

Son las 3 de la tarde. Escribo desde el bar del hotel Fogera en el que nos alojamos. Al Jazeera está en la TV. El ambiente es muy agradable y este hotel es uno de los pocos interiores bonitos que he visto. Al parecer fue construido en época italiana. Las habitaciones son chozas más o menos decentes. He comido una engera en el bar popular enfrente del hotel, me he echado una siesta y me he duchado por 1ª vez en dos días. No es que no tenga ocasión, pero los baños no son excelentes y uno lo va dejando… La bella Azeb me mira desde su puesto en la caja y yo tomo fuerzas para la última visita que me queda en Gondar.

No tiene muy buena fama Gondar y es cierto que la visita que hay que hacer lleva apenas dos horas. Tiene también fama de hoteles malos y caros, de modo que cuando el bus me soltó en la Piazza y una decena de personas me rodeó, comencé a andar al tun tun (que no es una palabra africana). Pronto me dejé aconsejar por Bocata (llámame Bocata, como sándwich, mi nombre suena parecido), un joven que me convenció enseñándome un carnet plastificado. Después de un par de pensiones, recalé en el hotel en que me encuentro, no muy barato pero muy tranquilo. Abordé a dos guiris rubias para visitar la ciudad pero me miraron como a la mierda y me sugirieron que fuera a la oficina de información turística, cosa que hice.
Gondar es famosa por su conjunto amurallado con varios castillos del S. XVII en su interior. En 1 hora está todo visto sobre todo si no llevas guía encima y no contratas un guía local. Vistos los castillos, compartí un tuc tuc con un turista etíope al que di mi dirección de email (no se ya a cuantas personas se la he dado) y fuimos a la parte baja a ver la piscina cuya visita está incluida en la entrada. Es un lugar delicioso de la misma época que los castillos rodeado de árboles. Está vacía, tiene dimensiones olímpicas y en el centro hay un pequeño edificio del estilo de los castillos. Como tenía tiempo de sobra, subí la cuesta andando. Una fina lluvia comenzó a caer. Apreté el paso pues ya he aprendido que en 1 minuto puede diluviar, cosa que no ocurrió. Mientras estaba tomando un té, vi llegar a la Gisela y Chelo que de inmediato se vieron rodeadas por una muchedumbre. Acudí a rescatarlas y me recibieron como a Indiana Jones. Habían tenido un viaje muy duro y fui su salvación. Las conduje al hotel del que ya no salieron.
Jarreó por la tarde, cenamos y yo salí de marcha acompañado de Bocata. En un bar de música tradicional la cantante sacaba a bailar a todos y por supuesto al faranji de turno, yo, que hice lo que pude. También anima a cantar a los clientes con los que mantiene un dialogo musical muy interesante del que, como es lógico, no entendí nada. Salimos Bocata y yo en busca de más bares. No menos de una veintena de ellos registraban una gran animación, sobre todo teniendo en cuenta que era lunes. En este lugar hay bar girls y en este otro normal girls. Me costó un poco pero acabé entendiendo que bar girls se trataba de chicas de pago. Entramos en uno con música en vivo en un equipo muy lejano de la alta fidelidad, pero con músicos que lo hacían muy bien según mi gusto. Unas chicas preciosas y altas se reían a nuestro lado. Estudiantes que estaban teniendo un “chill out” según Bocata. Las estudiantes pueden llegar a costar 1000 birr (40 €) según Bocata. Bocata tiene 21 años y creo que no se entera de mucho. Le pregunto si no tienen miedo del sida y me dice que todo el mundo usa condón. Como me pasó con Tami está encantado de salir conmigo y que le pague las cervezas.
Esta mañana hemos hecho una excursión a una zona montañosa previa a las Simien Mountains. El sitio era bonito pero no merecía la pena el precio que hemos pagado. Al parecer el objetivo del guía era que viéramos Columbus Monkeys y Gelada Baboons cosa que no ha ocurrido.
Siempre pasa algo y la sorpresa ha estado a la ida. La única carretera que une Gondar con Axum es de tierra. Los chinos la están mejorando (hemos visto un ingeniero chino con planos entre muchos obreros etíopes). A mitad de camino, en una subida, el minibús se ha atascado en el barro. Al conductor aceleraba, las ruedas patinaban y la furgoneta se acercaba peligrosamente al vacío (nosotros ya habíamos salido). Un autobús que venía detrás ha parado, una veintena de etíopes ha bajado a echar una mano y entre todos han sacado la furgoneta del barro. Mil gracias.
Es hora de visitar la última iglesia de Gondar por lo que si no hay sorpresas (siempre las hay) el siguiente capítulo será Lalibela.

15-6-2011. De vuelta a Addis I
10:30

Voy en bus privado con las chicas camino de no se donde. ¿Sorpresa? Desde luego. Un volcán ha entrado en actividad en Eritrea y Ethiopean Airlines ha cancelado todos sus vuelos internos y quien sabe si también los internacionales. Pero vayamos por partes.

La visita a la iglesia Debre Selassie fue bonita y entretenida. El monje que la cuida me explicó algunas cosas por su cuenta y gratis. Le pedí una foto y adoptó una pose muy formal para la misma. Después hizo gestos de comer y cerró la iglesia. Volví andando por un barrio como los que había visto desde los autobuses. Más despacio me pude fijar en que las chabolas eran peluquerías, billares, cafés, restaurantes, tiendas… Los niños se divierten con juegos tradicionales: empujar un aro con un palo, la rayuela, las canicas o el fútbol con un balón de trapo. Después entré en un sitio de Internet y puse unos correos. Tan lejos y tan cerca de los míos, una enorme emoción me sobrecogió y a punto estuve de derramar unas lágrimas.
Cenamos en el hotel y me despedí de la bella Azeb. Es contable y gana 300 birr al mes, 12 €, lo mismo que cuesta mi habitación una noche.
Y hoy la sorpresa se ha consumado. No hay vuelos. De vuelta del aeropuerto, en las oficinas de E.A., me han devuelto el importe del vuelo de hoy Gondar-Lalibela y también el de dentro de dos días Lalibela-Addis. Gisela y Chelo tienen un día más que yo y han decidido alquilas un minibús privado hasta Lalibela. La han contratado con Bocata por la friolera de 3000 birr. Sumados a los 1350 de ayer suponen el negocio del año para Bocata. Yo no se si arriesgarme a ir a Lalibela con la posibilidad de perder mi vuelo a España o seguir directo a Addis. En este caso no se si llegaré hoy o mañana. La solución en el próximo capítulo.

16:00

El minibús, una vanette Toyota nueva, circula a una velocidad vertiginosa cargada hasta los topes. Cuento 16 personas y la baca llena de muebles y objetos incluida mi mochila. Si llueve, cosa probable, les pediré que la bajen. Por deferencia al faranji, me han dejado el asiento delantero con ventana (encima de la caja de cambios va la 3º persona de la fila delantera que huele con intensidad) por lo que puedo abrocharme el cinturón de seguridad (soy el único). El conductor masca hojas de khat (psicoestimulante similar a la coca) y hace sonar la bocina permanentemente. Hace calor y me duele un poco la cabeza. Hemos pasado una indicación con una cifra terrorífica: Addis 500 Km.
Si vienes a Etiopía no te pierdas Lalibela, dice una guía de viajes. No es mi caso. Me la he perdido. Tampoco me importa demasiado. Cuando viajas quieres ver cosas y sobre todo personas. Quieres comparar y aprender. Cuando viajas solo también viajas al interior de ti mismo, te interrogas, buscas respuestas y también preguntas. De ambos viajes, el de las cosas y personas y el interior he tenido más de lo que esperaba. Ayer se me humedecían los ojos pero pude reprimirme. Ahora se me saltan las lágrimas en este autobús perdido en medio de África y tengo que ocultarme de los viajeros, no se vayan a preocupar por el faranji sensiblón. Supongo que es lo que buscaba desde que salí de casa. Llevo encima la documentación, móvil… pero lo que de verdad estimo es este diario en el que estoy escribiendo. Por eso no me importa Lalibela ni la ciudad en la que me deje a dormir este bus. Solo seguir, ser, vivir.

Ya vale. Salgo del viaje interior para decir que las chicas me dejaron en un pueblo perdido. Nos despedimos calurosamente, quizá no nos volvamos a ver. Hemos tenido alguna diferencia pero hemos sido buenos compañeros. Ellas también tienen un viaje complicado y les deseo lo mejor. Antes de despedirnos comemos en un restaurante. En la tele ponen Big Brother Amplified., Gran Hermano panafricano que se desarrolla en Sudáfrica con participación de todo el continente. Dice Eva que lo que vivimos se parece a gran hermano. Juntos, en una situación excepcional, con unos compañeros excepcionales en un tiempo muy corto se desatan excepcionales sentimientos. Tiene razón.

De nuevo hay mucha gente alrededor de la carretera. No se donde se han refugiado cuando ha llovido porque, en efecto, ha caído un diluvio. Han bajado mi mochila y han cubierto el resto con un plástico. Durante un rato hemos conducido con el cristal empañado y bajo un fortísimo aguacero. El conductor ha comprado una deliciosa mazorca asada (ya las había visto antes con deseo) y me ha ofrecido la mitad. Son una gente encantadora. Hay niños fabricando esteras de mimbre (o lo que sea) a los lados y con el firme seco volamos de nuevo hacia Debra Marcos.

16-6-2011. De vuelta a Addis II

Acabamos de pasar las gargantas del Nilo cuyas dimensiones son colosales. El camino transcurría por la altiplanicie cuando de pronto se ha abierto ante nosotros. Cientos de curvas de bajada y otras tantas de subida. Más de 1 hora nos ha llevado superarla. En el fondo corre el Nilo Azul (que es completamente rojo) y un gran puente salva el último desnivel. Toda esta tierra, arrastrada durante milenios, es la responsable de las fértiles crecidas que en Egipto, Nilo abajo, propiciaron una fabulosa civilización.
El conductor ha tenido la deferencia de parar 5 minutos para que tome unas fotos. La calima impide que se aprecie en toda su magnitud. Al bajar de la furgoneta he visto como un humo denso salía de los frenos. En la subida varios babuinos comían en la cuneta.

La deferencia de parar por mí no ha sido tanta si tenemos en cuenta que me han hecho esperar más de 1 hora para salir. Hasta que no están llenos, los buses no salen y yo era el 1er viajero del autobús. He aprovechado para que un chaval me limpie (2 birr, 8 cent) las zapatillas de deporte, asquerosas de barro. No es que sea muy presumido, pero mañana vamos a un concierto en el que el cónsul de España canta y no voy a ir con botas.
Siempre pasa algo y, mientras me limpiaban las zapatillas, un camión aparcado ha comenzado a deslizarse y ser ha estampado contra un muro. El conductor del bus que estaba detrás ha estado hábil y ha conseguido evitarlo. Finalmente no ha habido desgracias personales pero si un gran revuelo.
He dado dinero a un ciego (creo que tuerto) y le he pedido una foto. Se ha puesto muy serio para posar, como el monje de Gondar. Una foto es una foto y hay que ser serio.
He dormido en un hotel decente en esta capital de provincia que nadie visita. Siempre pasa algo y, al observar que no había agua en el baño, pregunté y me dijeron que llevaban ¡6 días sin agua en la ciudad! Fui a cenar al FM Internacional, un hotel recién construido. Ocho chicas adolescentes cenaban en una mesa. Súper pijas, súper vestidas.

Nos para la poli que está muy presente en las carreteras. Son las 3 y creo que no comeremos. Mi acompañante en la caja de cambios, Melaku, es enfermero y, tras diagnosticarme con acierto un resfriado común, me cuenta algunas cosas de salud en Etiopía. La prevalencia de las enfermedades es la que sigue:
·         Malaria
·         Tuberculosis
·         Neumonía
·         Sida (2,5% equivale a 2 millones)
·         Malnutrición
·         Glaucoma
Respecto a la malnutrición, le digo que veo campos fértiles y ganado por todos lados. No hay escasez de alimentos, dice. Es un problema de variedad: el que tiene leche toma leche, el que carne, carne, el que grano, grano.
Ahora el autobús vuela por la llanura y se detiene en los pueblos llenos de gente. Nos paramos: lunch time.

4:30

La lluvia ha acudido puntual. Esta vez ha sido moderada. Melaku me ha invitado a comer engera y le he dado mi email.



Engera
 
Comer engera tiene dos ventajas: es barato y rápido. Cualquier otra comida puede ser más azarosa. La engera es una torta grande que se sirve en una bandeja circular. Es flexible como una crepe y esponjosa y en medio se pone la carne, el pescado o las verduras. Está hecha de un cereal local llamado teff. Se come con la mano. En cualquier restaurante, por modesto que sea hay agua y jabón para lavarse las manos antes y después. Tiene un sabor un poco avinagrado. Una vez acostumbrado al punto ácido (y picante de las salsas) todo es sencillo.
El pescado de los lagos también es bueno.
El café siempre excelente.
Los zumos, de mango, de fresa, de papaya, de piña, de aguacate o mixtos (en capas) son maravillosos.






Árboles en Etiopía
Por lo que he visto, los árboles son el patrimonio natural más interesante y más amenazado de Etiopía. La mayoría de las tierras son cultivos y plantaciones de odiosos eucaliptos. He visto laderas de bosque autóctono y seguro que se mantienen en los parques nacionales. La única ventaja de la deforestación es que puedes ver enormes ejemplares solitarios y apreciar su majestuoso porte. Acacia africana, ficus, sicomoro, junípero y otros que no reconozco, algunos de ellos con un tronco que serían necesarias varias personas para rodearlo.


Vida animal en Etiopía.
No he visitado los parques nacionales. Alguno dice que son de papel (inexistentes). Otros que tienen leones, elefantes…
El animal más común en Etiopía es el burrito. Le siguen el ganado vacuno y ovino.
He visto camellos, hipos y una tortuga. También varias especies de monos. En Awasa había gigantescos marabúes en medio de la calle. En Gondar un siniestro buitre vivía en el hotel. Una gran hiena yace atropellada en la cuneta.
Cuando hablo de estas cosas y de la ingente cantidad de ingresos que la vida natural genera en la vecina Kenia, no me hacen caso y me responden con su cultura milenaria, Lalibela, Axum y demás. Pero si algo hay en Europa es cultura milenaria, castillos, iglesias y arte.
Es posible recuperar el patrimonio natural etíope. Quizá en unos años se invierta la tendencia que hoy es de destrucción.





18-6-2011. 8:30. Aeropuerto del Cairo.

Alucinantes imágenes del desierto con el sol saliente han desfilado por la ventanilla del avión. Al poco se les ha unido el colosal río Nilo portando en sus aguas el barro de las altas tierras etíopes. El avión aterriza en la gigantesca ciudad de el Cairo con su gran y moderno aeropuerto (Egipto tiene un PIB 7 veces mayor que Etiopía y España 25 veces mayor). La gente duerme, hay muchos faranjis (que ahora tenemos otro nombre) y yo escribo entre las brumas del sueño. La megafonía anuncia destinos improbables: Jartúm, Nairobi, Abú Dahbi, Riyadh. También Londres, Madrid o Moscú.

Dejé el relato entrando en Addis acompañado de Melaku, el enfermero. El bueno de él tomó un minibus urbano conmigo en el caos de la ciudad y me indicó (gracias Melaku) como coger el siguiente hacia Bole (Bole, Bole, gritan los acompañantes del minibús para señalar su destino). Monté en uno en el que no decían Bole pero confiar en esta gente es siempre un signo de cordura. Cuando llegué a casa, estaba vacía, busquen las llaves escondidas y me fui a la ducha tras dos largos días de viaje en bus. Siempre pasa algo y a punto de ducharme se fue la luz y tuve que hacerlo con una vela. Luego cogí un taxi en medio de la tormenta y el atasco para ir a ver a Miren, Eva y Kine en el bar de música en directo del jueves anterior. Misma situación: estupenda banda, mucha gente animada, chicas muy guapas y abundante cerveza y copas. Las chicas me miran. Me pregunto si todas son de pago o ninguna aunque la óptica occidental parece no servir de mucho: más bien parece que salen a divertirse y si pueden sacar algo mejor; esa es la opinión de Eva y creo que la mía.
A última hora me siento en un sofá y una chica se sienta a mi lado (se tumba sobre mí) y me hace proposiciones. Creo que ha bebido en exceso y la abrazo, hace mucho que no siento el calor femenino, la arrullo y ella se duerme. Bravo por el papá faranji.
El último día transcurre indolente y perezoso hasta última hora. Las chicas llegan de Lalibela habiendo cogido un autobús a las 3 de la mañana. Me habría dado tiempo, pero era un riesgo excesivo y no me importa. Me despido de Chelo y Gisela y de mi coanfitriona, la adorable Eva (gracias por todo) y me voy con Miren al concierto de rock del cónsul español.
Por 1ª vez veo a la comunidad internacional faraji reunida. Hay también muchos etíopes. Son muy simpáticos y lo pasamos muy bien. Ellos se reúnen con frecuencia. Miren y Eva les ven menos, su círculo etíope les absorbe. Mejor así.
Manuel, periodista, me cuenta muchas cosas, los chinos están en toda África, construyen carreteras y se quedan con las minas, el 90% de la población es rural, el el 2050 tendrá 250 millones de habitantes. Rodeada de países conflictivos: Sudan, Eritrea, Somalia, Kenia, Etiopía es estable y estratégica y recibe mucho dinero en cooperación internacional. La cooperación no sirve de mucho. El presidente lleva 20 años ganando las elecciones por un 90%. En algunos casos los etíopes están saltando del S. XIX al XXI pero otros viven en el S. X. los africanos creen que occidente es mejor de lo que es para un etíope (es decir, un etíope medio soltado en Europa no podría competir y apenas malvivir) y los occidentales piensan que África es pero de lo que es (una relativa estabilidad, mucho mejor nivel de educación y sanidad que en el pasado reciente, móviles por doquier…).
Aparece Kine, todo un personaje y nos fundimos en un abrazo. Me despido de todos con cariño y de Miren (te quiero) en el aeropuerto y sin solución de continuidad paso de la fiesta de Addis al avión.

El viaje de las personas y las cosas se acaba con muchos datos y pocas conclusiones. El viaje interior resulta aún más confuso. Me hago mayor pero quiero vivir. Ya lo sabia como sé que dentro de 10 años pensaré igual aunque quizá no tenga fuerzas para realizar un viaje como este.
He viajado con billete de vuelta pero con una actitud distinta que me ha valido disfrutar como pocas veces. 
En unas horas me resultará muy extraño Madrid y en unas horas más recordaré entre brumas este maravilloso viaje a Etiopía




























8 comentarios:

  1. Conozco el país, bonito relato. Enhorabuena.

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  2. Maravilloso relato de tu aventura, algo digno de contarse.

    Lei de principio a fin y tus palabras introdujeron la idea en mi de visitar alguna vez ese maravilloso pais.

    Saludos desde Mexico.

    Abel Chavez

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  3. Excelente tu relato. Acabo de volver de Etiopia que ha sido una experiencia reveladora y fascinante. Gracias por tu relato

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  4. Muy interesante el diario!!!! Aprovecho para ver di podeis ayudarme un poquito...Tengo muchas ganas de conocer Etiopía y no me importaría pasar una temporada colaborando con alguna organización allí. ¿Podéis recomendarme alguna? ¿conocéis algún proyecto que necesite colaboración? No tengo formación sanitaria, así que tal vez séria más fácil tratar con mujeres o niños.
    Muchas gracias.

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  5. Gracias por la crónica! Otra alternativa para viajar, que de hecho me parece una alternativa más económica, es haciendo una ruta organizada Etiopia ...

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