Estaba húmeda. Por culpa del calentador. Ese era el delito. Pensarán ustedes que eso no constituye un delito. Un pecado en todo caso. De pensamiento y obra. Aunque tampoco lo sería de obra, pues el pensamiento llevaría a la humedad, pero esta sería involuntaria. Mas eso pertenece al ámbito de lo íntimo y lo que me propongo contarles es un asunto público. La pared del vecino de abajo estaba húmeda. Por culpa de mi calentador de agua. Y su compañía de seguros me llevó a juicio. No teman, no detallaré los pormenores del pleito. Un asunto bien prosaico y aburrido. Tampoco entraré en fantasías sexuales si es lo que estaban pensando. Un juicio que acabó en una orgía sexual con la magistrada siendo repetidamente poseída por el demandado, o sea, yo. Lamento decepcionarles. Tan sólo quiero contarles algunos detalles procesales de la vista. Cuyo motivo ya lo saben. Estaba húmeda. Por culpa del calentador...
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