Estupendo, la boca está perfecta. Ni una carie, dijo el
dentista, que dio media vuelta y se alejó de mi lado. Su edad, rozando los
cincuenta y sus ademanes pausados infundían una tranquilidad que no lograba
vencer el miedo cerval que producían su profesión, sus métodos y herramientas.
¿Desea entonces una limpieza de boca?
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